Esta es nuestra primera colaboración en este blog, nos envía desde Granada, el psicólogo Enrique Jiménez, algunas pautas a seguir para evitar la frustración y el malestar que produce el acto de conducir un coche.
La liberación del “yo” agresivo
cuando estamos al volante.
Sin casi darnos cuenta, la gran mayoría de las
personas que conducimos, sobre todo en grandes ciudades, sufrimos una
metamorfosis cuando nos ponemos a los mandos de un automóvil
¿Por qué?
Hasta la persona más tranquila es capaz de
verse afectado por esta circunstancia, y la verdad es, que cuando
conducimos sacamos lo peor de nosotros, ya sea porque hay un atasco
y nos sentimos impotentes y además pensamos en quien tendrá la
culpa de esto... o por ejemplo cuando llegamos tarde por un
mal calculo propio, y queremos llegar a tiempo para quedar bien con
el resto y con nosotros mismos. O por ejemplo cuando tenemos un
mal día en el trabajo, todo aquel que comete un mínimo error se
convierte en el centro de nuestras iras.
La verdad es que se juntan varios factores que nos
hacen irascibles, como por ejemplo el riesgo que supone
conducir, ya que ponemos nuestra vida en juego y por lo tanto,
mantenemos un momento de tensión en el cual no podemos controlar
nuestra emociones más ocultas.
Además, cuando vamos conduciendo en nuestro coche,
nos sentimos protegidos, nosotros estamos dentro y el resto fuera,
¿Que riesgo físico podemos correr con el resto de personas?
Y por lo tanto nos vemos sumidos en un estado pletorico en el cual
nos creemos capaces y con derecho para hacer cualquier cosa.
¿Como podemos evitar que salga este “lado
malo”?
Saber
tener autocontrol,
ya que nuestros actos en la carretera pueden tener consecuencias muy
graves, no solo personales, sino también ajenas.
Hacer
un llamamiento a la calma,
ya que perder nuestros papeles puede hacernos cometer acciones
impropias de nuestra persona. Lo mejor cuando recibimos una mala
acción de otro conductor es pensar que ha sido sin mala intención.
Pensar
en como nos sentiremos pasado el momento,
a veces nos sentimos ridículos por un comportamiento en caliente,
pensar en estos malos momentos puede ser positivo para evitar
“espectáculos” y “numeritos” al volante.
Cuando
el cuerpo nos pida sensación de velocidad,
pensar en el peligro que podemos provocar al resto de conductores,
pueden verse envueltos niños y familias. Hay que ser responsables y
no pensar en que “nunca va a pasar nada”.
¿Que
hacer para ser un buen conductor?
Facilitar
la conducción al resto,
debemos hacer más fácil para todos la a veces difícil tarea de la
conducción en momentos puntuales, en atascos, a gente novata, a
personas con discapacidades observables...
Recurrir
a la empatía,
debemos de ponernos en el lugar del resto, cuando cometemos un error
nos sentimos mal, y no quiere decir que no se le recrimine para que
aprenda de su error y se de cuenta de éste, sino debemos de hacerlo
de buenas formas.
Ser
agradecidos,
cuando alguien realiza una buena acción al volante y ser críticos
con nosotros mismos cuando nos equivocamos, pidiendo disculpas si
nuestro error afecta a alguien.
Como
conclusión, decir que
es difícil de darse cuenta
de nuestra agresividad al volante en el momento de la conducción,
pero con estos consejos, y una predisposición
a controlar las emociones, puede reducir
esta agresividad al volante.
Enrique Jiménez
Hola ¡¡
ResponderEliminarHe dejado un premio para tu blog en esta dirección,
http://psicomont.blogspot.com.es/2013/03/otro-premiogenial-y-gracias.html
Espero que te guste,
Montse
muchas gracias...
ResponderEliminarun abrazo.