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martes, 3 de septiembre de 2013

El fin del trabajo... Jeremy Rifkin.

Libro muy recomendable, escrito en 1994, que explica porque hemos llegado a la situación económica que nos encontramos, el ya la preveía en esa época, y cuales son las causas, y a la vez, proponiendo soluciones viables de futuro...

El paro ya es endémico. El fin del trabajo conlleva el ocaso de una época que está dando los últimos coletazos: ni la teoría tradicional del capitalismo industrial, ni la estructura actual de la sociedad polarizada en torno al Estado y el Mercado, permiten afrontar la amenaza de un insostenible paro estructural. Repartir el empleo, rediseñar la semana laboral y establecer un nuevo contrato con la sociedad civil que potencie la economía social son los pilares de la que acaso sea la única alternativa viable en la era posmercado.
"El término consumo, en su forma original, significaba destruir, saquear, someter, acabar o terminar. Es una palabra forjada a partir de un concepto de violencia y, hasta el S.XX tenía tan solo connotaciones negativas. A finales de los años 20 del pasado siglo se empleaba para referirse a la peor de las epidemias del momento: la tuberculosis.

La metamorfosis del concepto de consumo desde el vicio hasta la virtud es uno de los fenómenos más importantes observados durante el transcurso del S.XX.

El hecho de que los trabajadores, allá por 1920 en EEUU, prefiriesen cambiar horas adicionales de trabajo por horas adicionales de ocio se convirtió en una gran preocupación para los "capitalistas" u "hombres de negocio" cuyos inventarios de bienes se hacinaban rápidamente en sus plantas de fabricación y en sus almacenes por toda la nación.

La comunidad empresarial empezó a buscar de forma desesperada nuevas maneras para reorientar la psicología de aquellos que todavía disponían de capital llevándolos a lo que Edward Cowdrick, consultor en relaciones industriales de aquella época, definió como "el nuevo evangelio económico del consumo" - octubre de 1927.

Se lanzó una vigorosa campaña de publicidad diseñada para hacer que los propietarios se sintieran descontentos con el vehículo que ya poseían. "La clave de la prosperidad económica", dijo Charles Kettering de General Motors, "consiste en la creación organizada de un sentimiento de insatisfacción".
El economista John Kenneth Galbraith lo resumió de forma mucho más sucinta años más tarde, al observar que la nueva misión de las empresas era, fundamentalmente, la de "crea las necesidades y esfuérzate por satisfacerlas".

Sin embargo, nada tuvo tanto éxito en la reorientación de los hábitos de compra de los asalariados norteamericanos como el concepto de crédito a los consumidores. (os suena???) La compra a plazos se hizo algo extremadamente seductor, y para muchos se convirtió en algo más que una simple adicción. 

En el momento del "crack del 29", el 60 % de las radios, de los automóviles y de los muebles vendidos en los EEUU fueron adquiridos bajo la forma de venta a crédito.

Y así comenzó a transformarse la conciencia consumidora del trabajador americano...

El historiador del trabajo Harry Braverman captó el espíritu comercial del momento, en 1974, al afirmar que "la fuente del status ya no es la capacidad para crear cosas sino la posibilidad de adquirirlas"."

3 comentarios:

  1. Yo no soy muy optimista pero trato de ser positivo, precisamente por no ser optimista... la estupidez es lo que mas me inquieta desde hace ya muchas décadas... nos alumbró Ricardo Darín el domingo pasado en LoDeEvole... el único sentimiento que no prescribe es el odio, se puede dejar de amar, pero no alimentemos el odio, es muy difícil luego desandar ese camino, muy difícil desarticularlo... en esta pandemia, las cosas esenciales nos descubren y nos desenmascaran de la cantidad de estupideces que vivimos persiguiendo, consumimos cosas que no necesitamos, esto es real, la economía del mundo está tambaleando porque estamos comprando solamente lo que necesitamos...

    https://www.lasexta.com/programas/lo-de-evole/mejores-momentos/la-indignacion-de-ricardo-darin-en-plena-crisis-del-coronavirus-hay-gente-que-se-esta-haciendo-multimillonaria-por-esto_202004125e937938eb72ce000131bcab.html

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  2. La fotografía de los once albañiles fue tomada el 20 de septiembre de 1932, en plena Gran Recesión, mientras se construía el Rockefeller Center de Nueva York. Desafiando al vértigo, los trabajadores se sientan para comer en una viga de acero a sesenta y nueve pisos de altura en el Edificio RCD, posteriormente rebautizado como Edificio GE. Tras ellos –y muy por debajo– Manhattan y Central Park y, pesando en la atmósfera, la terrible crisis económica. En la década de los treinta el magnate del petróleo John D. Rockefeller construyó un faraónico complejo de rascacielos en el corazón de la ciudad mientras uno de cada diez neoyorquinos estaba desempleado. Quienes trabajaban en él se enfrentaban a condiciones tan duras como las que ilustra la imagen.

    Y ahora nos vamos al año 1994, en donde en su libro "El fin del trabajo", el autor y economista, Jeremy Rifkin, nos explica a la perfección la situación en la que nos encontramos, de manera casi profética...

    La economía global basada en la alta tecnología va más allá de los trabajadores en masa. Mientras que las élites empresariales, directivas, profesionales y técnicas sean necesarias para hacer funcionar la economía formal del futuro, un número cada vez menor de trabajadores serán necesarios para fomentar la producción de bienes y servicios.

    El valor de mercado de la mano de obra disminuye y seguirá haciéndolo. después de siglos de definir el valor del ser humano en términos estrictamente "productivos", la completa sustitución del trabajo humano por máquinas deja a los trabajadores sin autodefinición válida o función social.

    Al mismo tiempo que desaparece la necesidad del trabajo humano, el papel de los gobiernos sigue el mismo derrotero. En la actualidad, las empresas multinacionales han empezado a eclipsar y asumir el poder de las naciones. Las empresas transnacionales han usurpado cada vez más el papel tradicional del estado y ejercen, en la actualidad, un control sin precedentes sobre la totalidad de los recursos mundiales, de los grupos de trabajadores y de los mercados. Las grande empresas globales tienen activos que superan los productos interiores brutos de muchas naciones.
    ...
    La nación-estado, con sus restricciones físicas y territoriales prefijadas, es un ente demasiado lento para ponerse en marcha y reaccionar ante el rápido ritmo de las fuerzas del mercado global. Por el contrario, las empresas multinacionales son, instituciones mas temporales que espaciales. No están territorialmente ligadas a ninguna comunidad específica ni son deudoras de ningún ente local.

    Son unas nuevas instituciones casi políticas que ejercen un tremendo poder sobre gentes y lugares, debido a su control sobre la información y las comunicaciones. Su agilidad, flexibilidad y, por encima de todo, movilidad, les permite trasladar la producción y los mercados, rápidamente y sin esfuerzo, de un sitio a otro, controlando, de forma efectiva, la agenda comercial de cada país.

    Vamos hacia una cada vez menor cantidad de puestos de trabajo, y esto ha sido así desde principios del S. XX, debido a la automatización de la mayoría de los trabajos y aumenta exponencialmente... mientras, la economía de servicios y pública, que antaño absorbían este desempleo, no son capaces de solucionar el problema...

    ...con lo cual, hacia donde vamos??? que soluciones tenemos que "inventar", para lograr el pleno empleo???

    mi opinión es el reparto de horas de trabajo con igual sueldo, la implementación de una renta básica, desarrollo de la teoría del decrecimiento y principios de la teoría del bien común...

    ...soluciones hay; sólo necesitamos la voluntad para llevarlo a cabo.

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  3. Profesiones muy importantes en un pasado no tan lejano, unas cuantas generaciones apenas...

    ...Se les llamaba “Knocker up”, y su empleo era despertar de madrugada a los trabajadores para que llegasen a tiempo a las fábricas , canteras y minas de carbón durante la época de la Revolución Industrial en Inglaterra e Irlanda (segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX) y que perduraron hasta principios del siglo XX.

    Marchaban equipados con un largo palo (a menudo de bambú) con el que daban pequeños golpes en las ventanas de los dormitorios de los pisos superiores a la hora convenida.

    El “knocker up” nunca se iba de la ventana de un cliente sin asegurarse que éste se había despertado. Cada uno de ellos, hacía una media de 50 llamadas por ronda y sus clientes le solían pagar un penique por visita.

    Desde la 1ª revolución industrial, la sustitución de trabajo por máquinas, en este caso, un objeto tan cotidiano, como es el despertador, ha sido la tónica dominante.

    A principio del S. XX, los economistas "predecían", para principios del S.XXI, la jornada laboral de 4 horas diarias, y que las personas dedicaríamos nuestro tiempo de ocio, a leer, estudiar o desarrollar nuestros hobbys, por el bien del mundo...

    ...pero como siempre, el futuro no es el esperado, después de unas décadas de bienestar, tras la finalización de la 2ª guerra mundial, hemos llegado a un momento en que vivimos peor que nuestros padres, en que buscar un trabajo es buscar un tesoro, y los que lo tenemos, trabajamos para sobrevivir (el salario nos da para pagar casa, luz, agua, comida y algún lujo como: tomar un par de cañas de vez en cuando o tener teléfono móvil, con aplicaciones gratuitas por 10 € al mes)...

    ...la historia ha sido siempre una lucha de clases, entre los de arriba (los que poseen el capital) y los de abajo (los que venden su fuerza de trabajo por un salario); la lucha entre ese 1 % y el 99 % restante...

    ...el pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla.

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