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lunes, 23 de diciembre de 2013

babi yar...

A pesar de que este blog es sobre psicología, también nos gusta de vez en cuando, recordar momentos en la historia, en que los humanos dejamos de ser humanos y superamos en crueldad a cualquier animal o ser vivo que habita este planeta; porque este tipo de historias, vienen bien para reflexionar, sobre lo que el hombre, puede o no puede hacer, y aunque estos tiempos pasados, pensemos que no pueden volver a repetirse; si hay alguien que es capaz de volver a hacerlo, estos somos los seres humanos...

...hoy quiero escribir sobre un lugar, "babi yar", del cual seguramente no hayas oído hablar en tu vida, pero que después de leer las siguientes líneas, jamás olvidarás...

..."quien no conoce su historia, -decía Napoleón Bonaparte- está condenado a repetirla." 

Ese verano, en el zoo de Kiev, un hombre entró en el foso del león. Cuando ya estaba a punto de saltar al el pretil, le dijo a un visitante que quiso impedírselo: Dios me salvará. Se hizo devorar vivo. Si yo hubiera estado allí, le habría dicho: "No hay que creer todo lo que se cuenta."

Dios no fue de ninguna utilidad para la gente que fue asesinada en "Babi Yar."

En ruso, "Yar" significa barranco. "Babi Yar", el barranco de la abuela, era un inmenso desnivel natural situado en las afueras de Kiev. Hoy no queda más que una hondonada cubierta de césped, bastante poco profunda, en cuyo centro hay una impresionante escultura erigida en estilo realismo socialista a la memoria de los muertos que cayeron ahí.
(…) Entre 1941 y 1943, los nazis hicieron en la hondonada de la abuela lo que probablemente sea la mayor carnicería de toda la historia de la humanidad: como indica la placa conmemorativa, traducida en tres lenguas, ucraniano, ruso y hebreo, allí perecieron más de cien mil personas, víctimas del fascismo.

Más de un tercio fue ejecutado en menos de cuarenta y ocho horas.

Aquella mañana de 1941, los judíos de Kiev acudieron en masa al punto de reunión donde habían sido convocados, con sus pequeños enseres, resignados a ser deportados, sin sospechar el destino que les reservaban.
Lo comprendieron todo demasiado tarde, algunos en cuanto llegaron, otros solamente cuando estaban al borde de la zanja. Entre esos dos momentos, el procedimiento era expeditivo: los judíos entregaban sus maletas, sus objetos de valor y sus papeles de identidad, que eran hechos trizas delante de ellos. Luego debían pasar entre dos filas de SS bajo una lluvia de golpes. Los Einsatzgruppen los golpean con grandes porras, demostrando una extrema violencia. Si un judío caía, soltaban los perros contra él o ella, y eran pisoteados por la masa enloquecida. Al salir de ese pasillo infernal, que desembocaba en una amplia explanada, los aturdidos judíos eran obligados a desnudarse por completo y luego se les conducía totalmente desnudos hasta el borde de una hondonada gigantesca. Allí, tanto los obtusos como los optimistas, debían abandonar toda esperanza. El absoluto terror que los invadía en ese preciso instante los hacía gritar. Al fondo de la hondonada se apilaban los cadáveres.
Pero la historia de esos hombres, de esas mujeres y de esos niños no acaba abruptamente al borde de ese abismo. Llevados por esa preocupación por la eficacia tan alemana, los SS, antes de matarlos, obligaban previamente a sus víctimas a bajar hasta el fondo de la zanja, donde los esperaba un apilador. El trabajo del apilador se parecía mucho al de las acomodadoras que te colocan en el teatro. Llevaba a cada judío hasta un montón de cuerpos, y cuando le había encontrado acomodo, lo hacía echarse boca abajo, un vivo desnudo recostado sobre unos cadáveres desnudos. Después, un tirador, caminando por encima de los cuerpos, disparaba a los vivos una bala en la nuca. Notable taylorización de la muerte en masa. El 2 de octubre de 1941, el Einsatzgruppe encargado de Babi Yar consignó en su informe...
..."el SonderKommando 4º, con la colaboración del estado mayor del grupo y de dos comandos del Regimiento Sur de la policía, ha ejecutado a 33.771 judíos de Kiev, los días 29 y 30 de septiembre de 1941."

El libro del que extraigo este capítulo se titula... HHhH, que es la abreviatura de una frase en alemán: "Himmlers Hirm heisst Heydrich", es decir, el cerebro de Himmler se llama Heydrich. Dos apellidos temibles, dos de los asesinos más crueles y viles de la Historia, dos de los artífices de la criminal Alemania nazi de Hitler. Escrito por Laurent Binet.

Apabullante, HHhH de Laurent Binet es de ese tipo de libros (irremediablemente envidiables) que se leen sin parar, de los que dejas abierto deseando regresar cuando antes a él para seguir refugiado en sus páginas. Esta novela, no es una novela al uso, porque, aunque se basa en hechos reales, históricos, y hay miles de novelas basadas en sucesos reales, sin embargo huye con éxito de las habituales reconstrucciones de lo acontecido y se convierte en una permanente reflexión del autor tanto sobre los protagonistas de esa historia y sobre el monstruo sobre el que gravita la trama como sobre la forma en la que ha de mostrarlos. El monstruo es, ni más ni menos, que Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo. 

2 comentarios:

  1. https://www.eldiario.es/cultura/cine/cine-espanol-deuda-espanoles-Mauthausen_0_827668201.html

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  2. “De lo que por aquellos meses estaba pasando en toda la Europa ocupada por los alemanes, en casa de Anna Frank en Amsterdam, en la fosa de Babi Yar cerca de Kiev, en el ghetto de Varsovia, en Salónica, en París, en Lidice; de toda aquella pestilencia que estaba a punto de sumergirnos no nos había llegado ninguna noticia precisa, solamente vagos y siniestros barruntos traídos por los soldados que volvían de Grecia o de la retaguardia del frente ruso, y que nosotros tendíamos a poner en cuestión. Nuestra ignorancia nos permitía vivir, igual que cuando estás subiendo a la montaña y la cuerda se ha gastado y está a punto de romperse, pero tú sigues tranquilo porque no sabes. En el lapso de pocas semanas cada uno de nosotros maduró más que en los veinte años anteriores. Surgieron de la sombra unos hombres a quienes el fascismo no había conseguido someter, abogados, profesores y obreros, y reconocimos en ellos a nuestros maestros, aquellos cuya doctrina habíamos buscado infructuosamente hasta entonces en la Biblia, en la química o en la montaña. El fascismo los había condenado al silencio durante veinte años, y nos explicaron que el fascismo no era simplemente un desgobierno grotesco e improvisado, sino la negación de la justicia”.
    Primo Levi, preso nº 174517

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