Por qué algunos adolescentes -o incluso niños- agreden a los padres y/o se convierten en pequeños dictadores???
...generalmente, se tratan como causas, una multitud de factores, que sólo son parte del problema, pero nunca su origen:
- Pérdida de autoridad.
- Falta de normas o límites.
- Sobreprotección.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Ineficacia de los castigos.
...
Son factores que suelen confundirse con las causas, cuando deberían tomarse como parte del problema. Son las excusas con las que nuestra sociedad adultocéntrica y patriarcal, intenta anestesiarnos, porque el amor, que sería su solución, no ha sido posible mercantilizarlo, por mucho que lo intenten, el amor es gratis, sólo hay que darlo para que te lo devuelvan, y el mismo se retroalimenta. La causa u origen, de este tipo de conductas, es la falta de amor. El desamor.
"Sólo la rabia desesperada de un hijo/a frente a una crónica y extrema falta de respeto, empatía y cariño de unos padres nocivos puede explicar la violencia de algunos jóvenes contra sus progenitores. Nadie alzaría jamás la mano contra sus padres si éstos no hubiesen sembrado antes enormes cantidades de desdicha en el corazón del agresor. Los tiempos actuales, más permisivos, menos intimidatorios, etc., facilitan sin duda la transgresión de estos menores. Pero no son los "errores" educativos (ni siquiera los más graves) de los padres el motivo de ello. Es el dolor, el odio, el rencor consciente e inconsciente acumulados durante años en el alma del hijo a causa del desamor maltratador -visible o invisible- de sus cuidadores, lo que puede desatar, llegado el caso, su violencia. Porque, psicoafectivamente, llega un momento en que el joven ya no tiene nada que perder. Carece de cualquier motivo real para seguir siendo sumiso o tolerante con sus padres. Y, roto así su corazón, cualquier detonante podrá derribar entonces las profundísimas inhibiciones y sentimientos de culpa que, como muros de contención frente el odio, todos los humanos tenemos respecto a los padres... Así brota esa violencia filial que tanto escandaliza a nuestra sociedad hipócrita.
La violencia filial es, pues, una secuela neurótica de la violencia parental previamente sufrida. Y también es un grito de auxilio, una renovada súplica de amor hacia esos padres incapaces.... Pero, naturalmente, todo es inútil. Cuanto más se desespera violentamente el hijo, tanta más incomprensión y rechazo sufre por parte de su familia. Y cuanto más lucha ésta contra las antisociales conductas de aquél, tanto más crece y se prolonga la rabia del joven. Es el círculo vicioso del odio mutuo. Para colmo, los protagonismos del drama están invertidos. Los padres-verdugo, para protegerse de sus propios sentimientos de culpa, se creen víctimas en exclusiva de ese "monstruo" que, en realidad, ellos mismos han creado. (No a sabiendas ni deliberadamente, por supuesto). Y su eventual paso final, denunciar al hijo, es ya la suprema traición, la máxima manifestación de rechazo y abandono de esos padres confundidos hacia su vástago.
No sólo la familia y la sociedad a través de sus instituciones, sino también una parte de la Psicología, colaboran en este sacrificio. Divulgan además su crueldad inconsciente en famosos subproductos televisivos como Supernanny o Hermano Mayor, donde se trata, en definitiva, de lo de siempre: más mano dura, más violencia represora -disfrazada de "conductismo"- contra los desdichados en quienes falló la represión educativa convencional. Ni por un instante se considera que lo violento pueda ser el síntoma, el indicador de alguna otra cosa. La violencia es siempre el Demonio a extirpar... en los demás, naturalmente. Pues el monopolio de la agresión lo tiene sólo el estado y sus instituciones, incluida la familia. Así, las terapias y/o castigos (incluida la cárcel) que los jóvenes violentos pueden recibir constituyen un doble crimen contra ellos. Porque primero se les hirió el alma en la infancia y, después, cuando crecieron y algunos decidieron vengarse, se los remató. No será raro que los más atormentados terminen cayendo en algún abismo sin retorno."
José Luis Cano Gil
En definitiva, el cuidar con amor, el respetar con amor, el educar con amor, el vivir con amor... es lo único que necesitan nuestros retoños.
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