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martes, 6 de mayo de 2014

Nunca es tarde para volar!!!

Aún me acuerdo como si lo estuviera viendo ahora mismo...
...el cuarto día del mes de junio de 1783, en la plaza del mercado en la aldea francesa de Annonay, no muy lejos de París, había un rudimentario aparato sobre una plataforma elevada, una fogata humeante alimentada por paja húmeda y viejos trapos de lana. Amarrado en lo alto, con las líneas tirantes, una enorme bolsa de tafetán - un globo - de diez metros de diámetro. 

Mi viejo amigo Ben Franklin estaba ahí, en Annonay, como agente de los nuevos Estados Norteamericanos, y cuando un curioso, que se encontraba delante de nosotros le preguntó: "Qué podía tener de bueno este globo???" Mi amigo Ben, dijo en un perfecto francés, "Eh, a quoi bon l´enfant qui vient de naître??" - De qué sirve un niño recien nacido???" - y poco después le vi escribir en su muy querido y viejo diario de cuero oscuro: "Este globo abrirá los cielos de la humanidad".
 

Bueno, Y de que trata todo esto???
  ...trata del poder (y del precio) de la imaginación, porque siglo y medio mas tarde otro gran amigo mio Albert Einstein, el "tito Aberto", como lo llamábamos los que lo conocimos, me dijo una tarde lluviosa, mientras buscábamos las llaves de su casa, que una semana tras otra, perdía continuamente: "La imaginación es más importante que la información", y siguió alumbrándome con otra frase que siempre recuerdo, "Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad." y siendo él quien me lo decía, doy por hecho que sabía de que hablaba.

Finalmente, un 2 de julio de 1982, un hombre totalmente desconocido hasta la fecha, Larry Walters, que desde los 13 años había soñado con ser piloto profesional, con su sueño ya truncado, decidió, mientras preparábamos una barbacoa, en una tarde de domingo, en su casa en Los Ángeles, que iba a volar...

...y unos días mas tarde, me acuerdo que aquella mañana el cielo estaba muy nublado. En el pequeño patio trasero de la casa de su novia Carol, rubia y de ojos verdes, en la localidad californiana de San Pedro, fue el emplazamiento elegido como eventual base de despegue. 
Larry ató 42 globos a una silla de jardín -adquirida en Sears- y los fue inflando con helio uno a uno. Su equipaje se compondría, entre otras cosas, de una botella grande de gaseosa, un transmisor de radioaficionado para alertar a otras aeronaves de su presencia y comunicarse con su “tripulación” en tierra, un altímetro y una escopeta de aire comprimido con que explotar los globos cuando decidiese descender. La silla llevaba, además, 35 garrafas de agua amarradas alrededor como lastre. 

Su "silla voladora", la inspiración I, alcanzó, después de varios minutos de ascensión, los 5.000 metros, nos comunicábamos con él por radio para conocer su estado de salud.
Carol estaba extremadamente intranquila ante el curso que tomaron los acontecimientos. Larry permaneció flotando a la deriva sobre el cielo de Los Angeles durante varias horas, mareado y medio congelado por las bajas temperaturas. Y, aunque llevaba una cámara, la impresión le impidió tomar una sola fotografía. 

El piloto de un vuelo de la TWA, transmitió perplejo a la torre de control que había divisado un hombre en una silla de jardín con un arma en el regazo, poco después un piloto de la compañía Delta, informó de lo mismo.

Para entonces, Larry había dado orden a su equipo en tierra mediante el radiotransmisor de que pidieran ayuda. Temía invadir el espacio aéreo del aeropuerto, con el lógico peligro que eso supondría. Y, desde el aire, sintonizó también con un canal de emergencias para explicar su situación. El operador de servicio no salía de su asombro conforme escuchaba todos los detalles que aquél le iba dando para facilitar su localización. 

En su deambular, Larry divisó desde arriba el césped de un lujoso club de campo. Parecía el lugar idóneo donde aterrizar y disparó balines a varios globos para emprender el descenso. Pero el artefacto volador desvió la trayectoria y terminó enredado en unas líneas de Alta Tensión en la Calle 45, un barrio residencial del nordeste de Long Beach.

“Ahí fue cuando yo me asusté,” 
- me dijo más tarde, sobre sus sensaciones, mientras veía aproximarse las torres eléctricas- 
“esas cosas te fríen, Charlie"

Diez años después de su vuelo -el 6 de octubre de 1993- yo andaba escayolado en mi casa, después de romperme los ligamentos de mi rodilla derecha, Larry fue de excursión al Bosque Nacional de Los Ángeles, solo. 
Se pegó un tiro en el corazón. 
Y murió.

Nunca olvidaré sus últimas palabras antes de empezar a ascender, aquel 2 de Julio de 1882...

"Charlie, Nunca es demasiado tarde para volar !!! "

          Su lápida reza...
 
     

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