Vistas de página en total

miércoles, 16 de julio de 2014

si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar.

"Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro". 

Santiago Ramon y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906.

La palabra es una forma de energía vital. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos. 

Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales...
...científicos de Harvard han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.  

Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón...
...según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia. 

Cambiemos nuestros hábitos de pensamiento y entrenemos nuestra integridad honrando nuestra propia palabra. 
Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. 
El mayor potencial es la conciencia. 

Ver lo que hay y aceptarlo...
...si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. 

Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

jueves, 10 de julio de 2014

La educación según Tagore...

Tagore, decía que, en el colegio, es donde se da el primer paso en falso, ya que se obliga a los niños a pensar sentados. Uno de los preceptos fundamentales de su sistema educativo sugiere que expresarnos sólo con palabras nos hace incompletos; siempre que, como niños, nos sintamos movidos por la emoción o nos mostremos receptivos hacia el pensamiento, necesitamos un acompañamiento adecuado del cuerpo y el movimiento.
...
según el gran poeta, solamente después de almacenar cierta cantidad de experiencias sensoriales (vista, olfato, oído, gusto y sobretodo a través del tacto y el uso de las manos) en diversos campos, el niño podrá empezar a sentir la necesidad de coordinarlas y, por lo tanto, relacionar, analizar, sintetizar.
Yo pienso, amigos míos, que todo viaje en el espacio es un viaje en el tiempo pero, a la vez, implica otro viaje hacia el interior del viajero
...
en los centros fundados por este visionario, la mayoría de clases se daban al aire libre, debajo de los árboles. En 1921, en una conferencia que dio en Ginebra, acabó diciendo: 
"Se desprende de mis ideas, si gustáis, un solo principio director, uno solo: ir hacia la vida allí en donde reine. Salid de la sala de clase. No llevéis los árboles a la clase, sino transportad a la clase bajo los árboles."
...
Los estudiantes de sus escuelas se organizaban en grupos y se reunían en asamblea para tomar decisiones que afectaban a toda la institución. Además, en estos encuentros horizontales, los alumnos trataban los temas relacionados con limites y normas, y las consecuencias de su falta de cumplimiento. Su idea, lejos de una anarquía que pudiera conducir a un crecimiento licencioso, perseguía, sin duda, un objetivo: entregar libertad al niño. Libertad para que el niño pudiera crecer y regular su propia vida, viéndose libre de interferencias y supervisiones.
...
encontrar el mínimo de disciplina necesario para el mantenimiento del máximo de libertad y, todo ello, acompañado de amor y respeto. 
...
Hacer desde el Ser... Aprender a Ser.
...
Tagore no perseguía que sus alumnos actuaran eficazmente, sino que sus respuestas estuvieran en perfecta sintonía con la riqueza y la diversidad de la vida y el mundo.
...
La educación es parte permanente de la aventura de la vida y no una manera de curar una supuesta ignorancia.

miércoles, 2 de julio de 2014

El Ché por Marcos Ana...

El CHÉ... 
...me recibió un día en su despacho ministerial, como me había prometido. Sentado en un sillón, tras una mesa cubierta de carpetas y papeles, daba la sensación de estar de paso en el cargo. No encajaba bien su figura en aquel ambiente necesariamente burocrático.
El Ché era un hombre de revoluciones sucesivas y su impaciencia revolucionaria, su pasión incontenible, su sentido de la solidaridad con otros pueblos le llevó a decisiones de un heroísmo sin límites. Leí una vez en una entrevista que le hicieron...
..."yo tengo dos problemas, el imperialismo y el imperialismo."
Cuesta trabajo comprender que después de llegar al poder, abandonase todo lo conseguido para ir a morir bajo un cielo lejano, entregado por los mismos a los que quería liberar y redimir. Posiblemente se equivocó, quizá hubiera sido más útil en Cuba, pero su nombre estaba destinado a ocupar un puesto de honor en la historia de nuestro tiempo y a ser un referente de honestidad revolucionaria para las nuevas generaciones.

Hay una anécdota que me impactó y que he repetido como ejemplo algunas veces. En una visita que hice a Santiago de Cuba, los compañeros me prepararon una recepción de bienvenida. Nos reunimos una veintena. Aunque no eran tiempos de abundancia, se las arreglaron para improvisar una sencilla merienda. Todo iba bien, hasta que percibí cierta inquietud en los compañeros que se sentaron a mi mesa. Uno se levantó y volvió inquieto, habló al oído del responsable y ambos salieron preocupados de la sala. Lo que ocurría es que había llegado el Ché a Santiago, preguntó por los camaradas y le dijeron donde estábamos reunidos. Apareció, miró las mesas, las viandas esparcidas en sobrios manteles de papel y frunció el ceño contrariado. Los compañeros le explicaban algo y oí que él respondía...
..."No estamos para banquetes, a Marcos Ana se le da la bienvenida con una recepción política."
Me acordaba de la canción de Carlos Puebla {Llegó el comandante y mandó parar...}.
Yo me sentía también incómodo, como si hubiera cometido alguna falta dejándome festejar de aquella manera. El Ché se me acercó, me saludó con la cordialidad de siempre y al verme un poco confuso me dijo...
..."Mira, Marcos, yo sé que esto no tiene importancia, pero hay que crear una escuela de sencillez y ser un ejemplo para los demás. Los revolucionarios tenemos que ser honestos y austeros, de una austeridad ejemplar, sobre todo cuando estamos en el poder."

Nunca olvidé aquella definición, aparentemente de manual, pero básica, y no siempre bien ejercida en la práctica revolucionaria.