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lunes, 19 de diciembre de 2016

La sociedad actual...


"No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma."
"No mueres por estar enfermo, mueres por estar vivo."
Nos venden la libertad de la esclavitud, somos lactantes, eternamente esperamos, eternamente frustrados, nos hemos transformado a nosotros mismos en un bien de consumo y sentimos nuestra vida como un capital que debe ser invertido provechosamente, para sentir que hemos triunfado, que nuestra vida tiene sentido, de lo contrario nos hacen creer que hemos fracasado. Nuestro valor reside en el precio que puedan tener nuestros servicios, no en cualidades humanas de amor, de razón ni de capacidad artística.
Esta sociedad tiene personas que se sienten libres e independientes, que creen que no están sometidos a ninguna autoridad o principios de conciencia moral, pero no obstante, dispuestos a ser mandados, a hacer lo previsto, a encajar sin rozamiento en la máquina social; personas que son guiadas sin fuerza, conducidos sin líderes, impulsados sin mas metas que el propio autoconsumismo, que el seguir en movimiento, funcionar, avanzar.
Lo que consumimos es algo enajenado, ajeno a nosotros, está determinado por frases publicitarias antes que por nuestras verdaderas necesidades, nuestros paladares, nuestros ojos o nuestros oídos.
Somos pasivos en gran parte de nuestros momentos de ocio, esos momentos de ocio logrados a base de sangre en el siglo XIX, preferimos sentarnos en un sofá a cambiar canales en la televisión, que intercambiar pensamientos con otras personas, nos cuesta cada vez más pensar por nosotros mismos, porque implica una inquietud que nos duele, preferimos ser ovejas de un rebaño, que avanzan por donde tiene que ir, es más fácil. El hombre odia su vida de trabajo, pues le hace sentirse prisionero, y a la vez la conserva con uñas y dientes, porque su falta, implica salirse del rebaño.
Como decía Huxley: "Nunca dejes para mañana el goce que puedas tener hoy", es nuestra máxima, si no pospongo la satisfacción de mi deseo (y estoy condicionado para desear sólo aquello que puedo obtener), no tendré conflictos ni dudas, no habrá que tomar decisiones, nunca me encontraré sólo conmigo mismo, pues estoy siempre ocupado, ya sea trabajando o divirtiéndome. No necesito tener conciencia de mi mismo como tal, pues la tarea de consumir me absorbe constantemente. Soy un sistema de deseos y satisfacciones; debo trabajar para satisfacer mis deseos, y estos mismos deseos son constantemente estimulados y dirigidos por la maquinaria económica.
La religión se ha transformado, para los que creen, en un dispositivo que les ayuda a aumentar sus propias fuerzas para lograr el éxito, Dios se convierte en socio del negocio.
Me pregunto: ¿llegará el momento en que los integrantes de la burocratización a la que estamos llegando, estén bien alimentados, bien vestidos, con sus deseos satisfechos y que carezcan de deseos que no puedan satisfacer?
Un hombre que funcione como una máquina, en donde su razón se deteriora a la vez que crece su inteligencia, dando así lugar a la peligrosa situación de proporcionar al hombre la fuerza material más poderosa sin la sabiduría para emplearla. ¿es esta la libertad hacia la que nos conducimos?.
A pesar de el aumento de la producción y el confort, perdemos cada vez más el sentido de ser nosotros mismos, tenemos la sensación de que nuestra vida carece de sentido, aunque muchas veces sea inconsciente. Antes, el peligro era convertirnos en esclavos, El peligro del futuro es que nos estamos convirtiendo en robots, pero los robots no se rebelan y dada la naturaleza del hombre, no podremos vivir y mantenernos cuerdos, buscaremos destruir el mundo y destruirnos a nosotros mismos, pues ya no seremos capaces de soportar el tedio de una vida falta de sentido.
Habría que invertir la frase de Emerson: "Las cosas tienen las riendas y manejan a la humanidad" por "Dad las riendas a la humanidad para que maneje las cosas", debemos ser capaces de amar y de convertir nuestro trabajo en una actividad concreta y llena de significado, debemos cambiar ambas secciones de nuestras vidas, tanto la humana como la espiritual, porque cuando sólo cambiamos una, atentamos contra el progreso de la otra.
Hay que descentralizar el trabajo y el estado a fin de darle proporciones humanas, hay que crear una sociedad que ofrezca la posibilidad de trascender la naturaleza mediante la creación antes que por la destrucción, en la cual cada uno alcance la sensación de ser el mismo al vivirse como el sujeto de sus poderes antes que por conformismo, en la cual exista un sistema de orientación que nos ayude a experimentar con la realidad sin deformarla y en la que no necesitemos la adoración de ídolos.
Cuando hayamos sido capaces de regular nuestra relación con la naturaleza de manera razonable en lugar de ciegamente, cuando las cosas se hayan convertido verdaderamente en sus servidores y no en sus ídolos, entonces tendremos ante nosotros los conflictos y problemas verdaderamente humanos; deberemos ser temerarios, valientes, imaginativos, capaces de sufrir y gozar, pero nuestras fuerzas estarán al servicio de la vida, no de la muerte.
(reflexiones debidas a la lectura de "la condición humana actual" de Erich Fromm.)

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