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lunes, 11 de febrero de 2019

"Quien hace cosas se equivoca a veces; quien no hace nada se equivoca siempre"

La cita que da título a este post es de Alain Minc...
 no se trata de hacer siempre cosas, ni de hacer nada; se trata de crecer como persona haciendo cosas, que cuando salen bien repercuten en el estado de ánimo, en la autoestima, en el autoconcepto, generando un bienestar que nos ayuda a seguir haciendo cosas; luego están las equivocaciones, las grandes denostadas, no gustan porque atacan la autoestima y el autoconcepto, nos bajonean en un principio, pero luego, dejando que el tiempo transcurra, quien piensa y reflexiona sobre ellas, sin autoculpa ni victimismo, es consciente de que se aprende, y mucho... 
con ellas crecemos como personas y hacemos crecer a quienes nos rodean siendo ejemplo de como vencer las dificultades... 
no os toméis la vida demasiado en serio, vivimos en mundo de incertidumbres constantes, en un mundo de azar, pero el cual podemos modelar a nuestro gusto, influyendo en nuestro entorno, para que los demás nos vean como ejemplo de como pueden ser las cosas, ya que a veces, la gran mayoría de las personas no ven más allá, ni perciben que pueda haber otra forma de hacer las cosas, de vivir la vida...
El bosque ardía.
Los animales huyeron hacia el lago.
Y allí lamentaron la pérdida del decorado de sus vidas.
Todos menos el colibrí. Tomó una gota de agua en su pico y se fue dirección a las llamas. Volvió una, dos, tres, cuatro veces ante la mirada atónita de los demás. Al quinto viaje, un animal cualquiera le preguntó...
"¿No ves que tu esfuerzo es inútil? 
...Ni aún con un millón de gotas, ni aún dedicando tu vida entera, conseguirías apagar el fuego".
Tienes razón, contestó el colibrí, pero al menos yo estoy poniendo mi parte.
...
La realidad es terca y conviene aceptarla. Como el resto de los animales, el colibrí también acepta la insolencia de la verdad. Pero no la acata. Sabe que el bosque se convertirá en cenizas irremisiblemente. Pero con su conducta diferenciada de la masa, el colibrí está quemando las conciencias del resto de los animales que contemplan las llamas con los brazos cruzados. Si se hubiera quedado quieto como ellos, ninguno se hubiera cuestionado su comportamiento. Al asumir su responsabilidad colectiva, los está dejando en evidencia. Porque si todos imitaran al colibrí, tal vez la realidad sería otra. Quizá se apagara el fuego. Al menos, el fuego de sus conciencias. En eso consisten las utopías. En aceptar la realidad para desobedecerla. Y fabricar un futuro humano al impuesto por los dioses.

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