El amor y más concretamente enamorarse es algo que nos cambia la vida. Nuestras hormonas se disparan, nuestros ojos ven el mundo de una manera nueva, nos sentimos fuertes y poderosos, a ratos melancólicos, como sumidos en una tormenta emocional placentera en presencia de la persona amada. Se han vertido ríos de tinta sobre este tema, cientos de películas, miles de canciones…Como cantaba Tom Jones, Love is in the air. La única pega de todo este despliegue de amor, es que necesitamos a otros para enamorarnos y en la mayoría de los casos deseamos ser correspondidos.
Y en esa búsqueda de la pareja es en dónde empiezan frecuentemente los problemas. La mayoría sabemos quelo mejor es enemigo de lo bueno pero a la hora de buscar pareja, o de valorar a la que se tiene, hay personas que parece que no encuentran esa persona a la que consideran la “ideal”. Esa persona que cumple el sueño del amor romántico de ser “tu media naranja”, “tu alma gemela”. Y posiblemente el problema viene de ese marco conceptual, de buscar una ideal en lugar de una persona real.
Pero de la misma manera que tendemos a perseguir más nuestro Yo ideal que a dejarnos conectar con nuestro Yo real y permitirnos ser quiénes somos, muchas veces también perseguimos ese ideal en el otro. El problema de esa búsqueda de alguien especial, o perfecto de algún modo, o que sea tu príncipe o princesa….es que impide ver a la persona que tienes delante tuyo. Es una búsqueda que habla más de tus carencias y necesidades insatisfechas que de las de la otra persona. Es muy probable que esa persona que tienes justo frente a ti sea maravillosa en muchos aspectos, pero tú no puedes verla.
No estoy con esto queriendo decir que cualquiera te “sirva” para formar una pareja. Ha de haber una atracción, una cierta química, unos valores compartidos, unos intereses en común, etc. Todo eso es necesario para sentar unas bases que permitan formar una relación que pueda prosperar. Pero además hace falta querer hacerlo y desear de veras a alguien con quien puedas crecer conjuntamente, no sólo alguien que llene tu soledad o tu necesidad de afecto o cualesquiera que sea el vacío que pretendes llenar. Y para eso necesitas a alguien real y completo, como se supone que eres tú.
Si no te conoces ti mismo, difícilmente podrás encontrar esa persona con la que andar de la mano por la vida. Irás dando palos de ciego y quejándote de tu mala suerte en las relaciones. Posiblemente incluso repitas patrones y tengas la sensación de que siempre se te acercan el mismo tipo de personas con las que invariablemente acabas teniendo problemas. Cuanto más auténtico seas tú mismo, más auténticas serán tus relaciones, más fácil te será hablar de ser humano a ser humano y más sencilla resultará la conexión. Si vas “vendiendo” quién no eres atraerás a quién no te conviene. Y el problema, como te vengo diciendo será tuyo y no de la otra persona.
Por todo ello, sé romántico si eso te agrada, pero busca a una persona real, con sus virtudes y defectos, una persona con la que te puedas comunicar honestamente y que te quiera por lo que de verdad eres, sin falsas apariencias. Y a la que puedas amar del mismo modo. No esperes al hombre o la mujer perfectos. Y ten en cuenta, que una vez la persona llegue, tendrás que trabajar en la relación, así como trabajas en ti mismo y en otras áreas de tu vida. Pero hazlo con placer, con ilusión, con dedicación auténtica. Y si ya estás en pareja, permitid ambos que lo real se imponga a lo ficticio, que puedas amar al otro en toda su completitud. A veces es en esos pequeños puntos débiles en dónde se cuelan los resquicios del alma. Y amar de verdad es gozar de la oportunidad de vivir los momentos casi mágicos en que dos almas se unen.
¿Buscas un ideal o a alguien real? ¿Eres tu auténtico?
Mertxe Pasamontes
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