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miércoles, 30 de julio de 2014

Amar para poseer mata el amor... II parte

este post viene de...

Pero cuando se desatan el afán de posesión y la necesidad de dominar al otro, entonces el amor se trasforma en celos. Amar, en tal caso, no significa ya "darse", sino que quiere decir ante todo "ser amado" por alguien que te "pertenece". A menudo las parejas se comportan de hecho como los animales que marcan el territorio. Para poseer, tienen necesidad de ensuciar. y, a veces, según Michel Serres, también en...

"...el matrimonio como propiedad equivale a la esclavitud. Se trata todavía de la marca: el buey y el esclavo han sido marcados con el hierro candente, el automóvil con una insignia, y la esposa con el anillo de oro."

Cuando llegan los celos, el amor desaparece; el primero, entra por la puerta, mientras el segundo, está saliendo ya por la ventana; o al revés, acaso importa; ya lo decía Shakespeare...

"...ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras."

Así...
-obsesionados por querer cuantificar a toda costa la resistencia de la fidelidad, la exclusividad del lazo, la pureza de la pasión, el vínculo de la propiedad y el peso de la potestad-,
 ...los seres humanos terminan por ceder fácilmente a la locura de poner a prueba al compañero o compañera.

Ya nos decía Montaigne en sus Ensayos...
"...Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices."

El poseer en el amor, se revela, por sí mismo, como una fuerza negativa y devastadora, sólo el gozar desinteresadamente, el disfrutar sin esperar nada a cambio, y el respeto por los sentimientos de la otra persona; pueden llevarnos a disfrutar del amor; y por el contrario, la posesión, con sus múltiples efectos destructivos, nos llevarán al desamor, a la frustración y a perder a la persona amada.

Para ilustrar este peligro, en próximos posts, nos detendremos en dos historias, narrados en dos clásicos...
...la historia de Rinaldo y el caballero de vaso de oro (recogida por Ariosto en el canto cuadragésimo tercero del Orlando Furioso).
...y la breve narración titulada El curioso impertinente (incluída por Cervantes en la primera parte del Quijote)

El amor a pesar de ser tan ligero, es posible, que tú lo sientas muy pesado en ti; porque al no poder dejar de amar, los celos en ti pueden anidar, y caer a plomo sobre tus cabellos; y tus ojos arderán, despidiendo una llama abrasadora, que ninguna de tus lágrimas podrá apagar.

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